Cuando la digestión no funciona correctamente, suele ir asociada a una enorme reducción de la calidad de vida. Una mala digestión afecta al bienestar e impide llevar un estilo de vida activo y espontáneo.
Los fenómenos importantes, como las heces mucosas o sanguinolentas, siempre deben ser aclarados por un médico. Sólo entonces pueden identificarse y tratarse causas peligrosas como carcinomas y úlceras o intolerancias alimentarias.
En el proceso digestivo, aunque los alimentos entran por la cavidad bucal, el intestino realiza la importante tarea de absorber los nutrientes de los alimentos, introducirlos en el torrente sanguíneo y ponerlos a disposición del organismo.
La barrera hacia el verdadero interior del cuerpo es, de hecho, el intestino. En el estómago y el duodeno ya se han añadido enzimas digestivas a los alimentos triturados, que descomponen bioquímicamente los nutrientes de la comida.
Este proceso produce bloques de construcción que el cuerpo humano puede utilizar. Para transferir estos bloques constructores al torrente sanguíneo, el bolo alimenticio se transporta a lo largo de las vellosidades del intestino delgado, que tiene de tres a seis metros de longitud.
Las vellosidades del intestino delgado, pequeñas elevaciones en forma de dedo en la pared interna del intestino, están intercaladas con diminutos vasos sanguíneos. Los nutrientes entran en el torrente sanguíneo a través de ellas. Disueltos en la sangre, los nutrientes llegan a todas las células del cuerpo.
Una vez que el bolo alimenticio ha pasado por el intestino delgado, entra en el intestino grueso, que sólo mide un metro y medio de largo. Aquí se absorben sus líquidos. En la última sección del intestino grueso, el recto, el producto final, pobre en nutrientes y deshidratado, se almacena finalmente hasta que se vacía el intestino.
Síntomas como la hinchazón, el estreñimiento o la flatulencia son en sí mismos inespecíficos y se presentan -dependiendo de la dieta- de forma leve de vez en cuando. Sin embargo, quien padezca regularmente uno o varios de estos síntomas debe examinar detenidamente su estilo de vida y sus hábitos alimentarios, y consultar al médico si es necesario.
Las causas del estreñimiento suelen estar en una dieta deficiente. Una ingesta insuficiente de líquidos, poca fibra, demasiados productos de trigo o demasiados dulces dificultan el trabajo intestinal. La falta de ejercicio y los largos periodos en posición sedentaria reducen aún más la actividad intestinal.
En casos raros, el estreñimiento puede deberse a una alteración fundamental de los movimientos musculares intestinales. El movimiento del intestino delgado es débil y se ralentiza.
Por tanto, el bolo alimenticio permanece en el intestino durante varios días. Los nutrientes no pueden aprovecharse eficazmente y el resultado son los síntomas típicos del estreñimiento, como el endurecimiento de los intestinos y la dificultad para defecar.
El intestino perezoso se diagnostica ingiriendo perlas metálicas. Unos días después de la ingestión, se cuentan las perlas que quedan en el tubo digestivo mediante radiografías. Si existe un trastorno peristáltico digno de tratamiento, puede tratarse con fármacos que estimulan el movimiento muscular del intestino.
Otra causa poco frecuente de estreñimiento es el espasmo permanente del músculo del esfínter. El esfínter puede comportarse así debido a hemorroides o por negarse regularmente a defecar.
En este caso, se utiliza con éxito un método de tratamiento en el que se recupera la contracción y relajación del esfínter mediante un aparato que mide su tensión mecánica.
Se sabe que la diarrea acompaña a las infecciones bacterianas o víricas. Al igual que el estreñimiento, la diarrea también puede ser consecuencia de una mala alimentación.
Los alimentos a los que se es intolerante, la mala alimentación, las especias picantes, la nicotina o el consumo de edulcorantes pueden desencadenar una diarrea. Para evitar la deshidratación, la diarrea se trata con medicamentos, por ejemplo, pastillas de carbón vegetal.
Este término se refiere a un trastorno funcional del intestino, también llamado intestino nervioso. Adopta los síntomas de otras diversas enfermedades intestinales. Para diagnosticar el SII, es esencial excluir precisamente esas otras posibles enfermedades con los mismos síntomas.
Aunque el SII, con sus desagradables síntomas, limita la calidad de vida, no es amenazador. El tratamiento del SII sigue siendo objeto de investigación.
Las farmacias ofrecen una amplia gama de laxantes y preparados digestivos, muchos de los cuales pueden adquirirse sin receta.
Sin embargo, el uso permanente de laxantes no elimina las causas de los problemas intestinales y además pueden ser peligrosos. Por tanto, sólo deben utilizarse en casos excepcionales y preferiblemente consultando a un médico.
Además, las sustancias vegetales vitales pueden ayudar al intestino en su funcionamiento natural. Los preparados con principios activos de extractos de plantas, celulosa vegetal, sílice y compuestos de magnesio pueden tener un efecto positivo en la actividad intestinal si se utilizan con regularidad.